domingo, 17 de diciembre de 2017

CRÓNICA

UN RECORRIDO POR LA CIUDAD DE LAS FLORES
En nuestro intento por conocer un poco más la realidad de nuestra región Lambayeque llegamos hasta los caseríos Desaguadero y San Isidro, ubicados en el distrito de Monsefú, exactamente entre el Km. 1 – 2 de la carretera Chiclayo – Monsefú, tomando como referencia de ubicación el centro de esparcimiento La Estancia. La aventura tuvo como punto de partida el distrito de Chiclayo, desde la intersección de las calles Mariscal Nieto con Miguel Grau, actual paradero de las combis que te trasladan al distrito de Monsefú, emprendimos el viaje.

Al llegar a la zona, dimos con el primer caserío que tuvo nuestra visita, Desaguadero, ubicado en la parte izquierda entre el Km. 1 – 2, en nuestra primera proximidad con la comunidad tuvimos el gusto de conversar con la señora Angélica de 65 años, pobladora de la zona desde hace 35 años y que junto a otros pobladores tuvo el agrado de describirnos algunas características de su comunidad.

Desaguadero es un caserío con aproximadamente 40 años de antigüedad, en el cual actualmente habitan alrededor de 60 familias, lo cual a diferencia de otros caseríos este cuenta con una distribución muy particular, pues las casas están separadas, pero a la vez agrupadas entre 7 a 10 casas juntas que se separan por parcelas de sembríos; la comunidad cuenta con servicios básicos de agua, electricidad, alumbrado público, internet; pero no con servicios de desagüe y alcantarillado.

El nombre del caserío se debe a que donde este se encuentra ubicado pasa un canal denominado como el desaguadero, el cual parte al caserío en dos; si se tendría que exponer uno de los problemas que aqueja a esta comunidad, es la ausencia de medios para poder desechar sus desperdicios diarios, la municipalidad que proporciona a personal de servicio encargado del recojo de basura sólo llega al caserío dos veces por semana, e incluso a veces se ausenta por un periodo largo, generando que los pobladores, tengan que almacenar sus desperdicios en casa. Por otro lado, se puede percibir la poca organización entre pobladores de la comunidad y la ausente iniciativa de la misma para poder generar desarrollo o atender problemáticas como la antes mencionada.


El poblador promedio hombre de la comunidad oscila entre los 30 – 60 años, comúnmente son reconocidos como jefes de hogar, y toman las decisiones en casa, comúnmente se dedican a los trabajos del campo, sembrar, cosechar y vender los productos; su día inicia a muy tempranas horas, trasladándose a las 5 am. a sus parcelas o a los distintos mercados de Chiclayo donde laboran, y van retornando a las 5 o 6 de la tarde, donde se disponen a descansar y preparar sus cosas para el siguiente día de trabajo; esta rutina es una constante de la semana, excepto los días domingos, que algunos casos no trabajan y otros lo hacen pero sólo hasta el mediodía.

La mujer promedio del caserío oscila entre los 30 – 50 años, comúnmente se dedican a las labores del hogar, al cuidado de sus hijos y atender a sus esposos (palabras de ellas), son muy temerarias y poco de comunicarse, su día comienza desde muy temprano, pues tienen que preparar el desayuno a sus esposo, en el caso de quienes tienen hijos pequeños llevarlos a las escuelas, luego continúan con los quehaceres de casa y al medio día se dirigen a dejar los alimentos de sus esposo, en el caso de los que trabajan en el campo, también disponen de su tiempo alguna de ellas en la crianza de sus animales, su día culmina en la cena de su familia.

El joven promedio de la comunidad identificado entre las edades representativas de 17 – 30 años, en su mayoría se dedican a estudiar y trabajar, muchos de ellos cursan estudios superiores en las distintas universidades e institutos de la región, y otro porcentaje menor se dedica netamente a trabajar con sus padres o en Chiclayo. Los niños de la zona se dedican a estudiar por las mañanas o tardes y en sus ratos libres realizan sus tareas y ayudan en algunos quehaceres del hogar, cabe resaltar que muchos de ellos deben ir hasta el centro o ciudad de Monsefú o a Chiclayo para poder estudiar, pues cerca de su comunidad no hay colegios.

Luego de visitar al caserío desaguadero a unos metros cruzando la carretera Chiclayo – Monsefú, hacia el lado derecho entre el Km. 1 – 2, se ubica el caserío San isidro, el cual alberga aproximadamente a 100 familias, las cuales se encuentran ubicadas juntas en una misma zona. Al llegar al caserío conocimos al señor Miguel de 54 años, al igual que otros pobladores quienes nos mostraron su comunidad y nos contaron un poco más acerca de ella.

San Isidro es una comunidad con aproximadamente 30 años de antigüedad, en la cual según sus pobladores, se cuenta con los servicios básicos de agua, electricidad, alumbrado público e internet pero que al igual que el caserío anterior no cuentan con el servicio de desagüe y alcantarillado, y también presentan problemas con el desecho de sus desperdicios diarios, pero a diferencia de otras comunidades ellos arrojan sus desperdicios al costado del canal con el cual colinda la entrada de su caserío, generando un mal olor en la zona y una gran concurrencia de moscas y otros insectos.

A diferencia con la otra comunidad en esta son visibles las iniciativas de organización por parte de los pobladores, evidenciándose a través de su comité de vaso de leche, el cual se encarga del reparto de los alimentos proporcionados por la municipalidad para los niños de la zona, de igual forma organizarse para la celebración de ciertas actividades en fechas memorables, como el día de la madre o la navidad. También cabe señalar que la comunidad cuenta con un jardín de niños, donde la mayoría de los pequeños de la zona cursan su periodo u etapa inicial escolar.

El poblador hombre promedio del caserío puede ser identificado entre las edades de 30 – 60 años, es reconocido también como el jefe del hogar, comúnmente su día a día lo desarrolla en el trabajo, muchos de ellos trabajan fuera del caserío, pocos son los que realizan actividades de campo, en su mayoría trabajan en el comercio, pesca, entre otras actividades en entidades privadas o públicas, su día comienza mayormente a las 6 am se alistan para sus trabajos y se disponen a dirigirse a ellos, hasta la tarde que van retornando después de almuerzo entre las 4 o 5 pm y se dedican a descansar y hacer algunos pendientes, en su mayoría los domingos no laboran, se dedican a su hogar y asuntos personales.

La pobladora mujer promedio puede ser identificada entre las edades de 30 – 60 años, en su mayoría se dedican a realizar los quehaceres de su casa, pero también a trabajar, comúnmente en el mismo Monsefú, en el mercado, o en otros lugares dentro del distrito, otro porcentaje menor de ellas trabajan en Chiclayo, su día inicia entre las 4 – 5 am. realizan sus actividades del hogar a tempranas horas o cuando retornan de laborar, en su mayoría regresan del trabajo a las 3 pm y se dedican a descansar o realizar tareas del hogar, su día culmina con atender la cena a su familia y se disponen a descansar.

El joven promedio de la comunidad se identifica entre las edades de 17 – 30 años, se caracteriza por estudiar o trabajar, la mayoría de ellos cursan sus estudios superiores en distintas universidades o institutos de la región, se caracterizan por ser jóvenes muy emprendedores y reciben mucho apoyo por parte de sus padres, tienen claro que quieren algo mejor para sus hijos (palabras de ellos). Los niños y adolescentes de la zona se caracterizan por ser estudiantes y ayudar en algunas labores del hogar, cabe indicar que todos tienen que viajar hasta Monsefú o Chiclayo para poder asistir a clases, pues cerca de su comunidad no hay ningún colegio.

Es claro que los dos caseríos tienen muchas características similares como los servicios básicos y el problema en el desecho de sus desperdicios, pero también existen diferencias sociales muy marcadas, a pesar de que en ambos se percibe patrones de machismo muy marcados en el caserío de San Isidro se puede evidenciar un mayor desenvolvimiento y protagonismo de la mujer, de igual forma se aprecia una mejor relación y comunicación fluida y frecuente entre los pobladores, permitiéndoles organizarse con mayor facilidad y generar distintas actividades que promueven el desarrollo de su comunidad. Por otro lado, es muy marcada también la gran diferencia entre la cultura ambiental de ambas comunidades, a pesar de que ambas comparten la misma problemática sus pobladores la abordan de distintas formas, mientras que en una de las comunidades optan por almacenar su basura, en San Isidro los lugareños arrojan la basura a zonas aledañas al lugar, generando una gran contaminación ambiental. Al contrastar información y características de ambas comunidades podemos decir que a pesar de que San Isidro tiene 10 años menos de antigüedad muestra haber generado mayor desarrollo y una mejor organización por generar mejores condiciones de vida, mientras que en el otro caserío se puede percibir pobladores un poco más dejados y con hábitos muy marcados por sus antepasados.

Luego de conocer estos dos caseríos, nuestra visita por el distrito no culminó aquí, continuamos recorriendo caseríos aledaños como Muysil, Choloque, San Rafael, San Antonio, entre otros, los cuales tienen características muy similares a los ya descritos líneas arriba, y a diferencia de  los caseríos de otros distritos, estos se encuentran social y económicamente desarrollados, encontrándose incluso en muchos de ellos escasas diferencias entre la parte urbana y rural del lugar, llegando de esta forma a la conclusión que esto puede ser generado por la antigüedad que poseen los caseríos del distrito, pues hay algunos que tienen incluso más de 100 años de antigüedad.

Nuestro recorrido por la hermosa ciudad de las flores, termina en el centro del distrito, en el cual se lograron recopilar algunos datos generales, actualmente se tiene un registro de 45 mil personas habitantes del distrito, de lo cual se sabe cerca de 27 mil pertenecen a las zonas rurales, distribuidas entre los 33 caseríos que posee, entre ellos: Callanca, Pómape, Cúsupe, Larán, Alicán Chico, San Antonio, Cruce Liran, Reluz, Cuatodio, los Olivos, Tránsito Trapiche, entre otros; agregando a todos ellos, 6 pueblos jóvenes, 15 centros poblados y una comunidad campesina.

Los pobladores del distrito se caracterizan por ser uno de los más católicos de la región, resaltando mucho la devoción del Señor Nazareno Cautivo de Monsefú, siendo el día central de su fiesta el 14 de septiembre. De igual manera ha adquirido un gran reconocimiento turístico por su tan conocido festival Fexticum el cual es una muestra en su máxima expresión de la cultura y tradiciones monsefuanas.

El distrito cuenta con la Parroquia San Pedro a cargo del padre José Castillo Vera, una biblioteca central, la municipalidad al frente del alcalde Miguel Ángel Bartra y la comisaría dirigida por el   Mayor PNP Kurt Martel Flores; todas estas instituciones ubicadas frente a su majestuoso parque principal, las actividades con mayor presencia en el distrito son 2,  las de campo, resaltando mucho la agricultura en la zona rural del distrito, parte de los pobladores de esta zona trabajan junto a sus esposas, mientras ellos se dedican a la siembra y cosecha de los productos las señoras son las encargadas de venderlos en el mercado; mientras que otra parte de los pobladores se dedican a las actividades manufactureras como, el tejido en paja macora, el tejido en hilo, tejido en fibras vegetales, bordados en mano y orfebrería; produciendo a través de ellas sombreros, alforjas, fajas, ponchos, servilletas, trenzas de algodón nativo,  joyas y la confección de hermosos y tradicionales trajes de marinera; para posteriormente ser ofrecido a los turistas que llegan de todas partes.

Monsefú se caracteriza por ser un distrito muy acogedor y turístico, con personas muy trabajadores y emprendedoras, donde casi la mitad de su población pertenece a las zonas rurales, pero que a diferencia de otros distritos no se evidencian grandes brechas diferenciales respecto a su desarrollo, esto debido a su gran antigüedad, resaltando así que Callanca es uno de los caseríos más antiguos de la región Lambayeque. Al termino de nuestra visita nos quedamos con la sensación que Monsefú es una mezcla de lo moderno con lo tradicional, pues a pesar de su gran desarrollo, conservan muchas tradiciones y hábitos que han practicado a lo largo de su historia, definitivamente podemos decir que es un distrito con cultura ancestral viva. 

Entrevista a Pobladores

viernes, 21 de julio de 2017

ENSAYO

UN PASO HACIA ADELANTE


El ser humano está sujeto a constantes cambios en el trascurso de su vida, conforme crece, interactúa, se relaciona con su entorno, experimenta, aprende y desaprende; cambia su perspectiva, sus conductas, sus principios, sus juicios de valor, su accionar diario; las mujeres claketanas no son la excepción a ello. El desarrollo del proyecto Aurora a implicado una serie de experiencias, que poco a poco han ido generando cambios en las mujeres integrantes del proyecto. Día a día, actividad tras actividad, las mujeres hemos ido descubriendo y adentrándonos en campos y situaciones antes no experimentadas, que poco a poco nos ha ido permitiendo experimentar en un mundo desconocido, trayendo consigo una serie de emociones a partir de las cuales se van construyendo nuevas posturas, ideas, actitudes e iniciativas. 
En la clake las mujeres han ido evidenciado sus cambios paulatinamente, actividad tras actividad, mostrando cambios en sus actitudes y conductas, en sus formas de interactuar entre ellas; ha surgido un despertar en su ser manifestado a través de su voluntad y sus ganas por hacer cosas nuevas, por aprender, por construir sus sueños y objetivos; las señoras han ido mejorando sus formas de interactuar entre ellas mismas y con las personas más cercanas a sus entornos cotidianos. Pasaron de reflejar miradas tristes y perdidas, rostros cansados, dejadez; por miradas vivas e inquietas, por risas y sonrisas, por actitudes energéticas, por iniciativas de aprendizaje.
Hoy en día en muchas de ellas ya no prima como obligación el deber de ser ama de casa y de distribuir su día, sus horarios y su vida en torno a ello; por estos días se puede observar que para ellas es importante su función hogareña, pero que también lo es el desarrollo de sus actividades personales; esto queda evidenciado cuando de ellas parte o nace la iniciativa de reunirse cada tarde, para conversar entre ellas, para producir objetos según lo aprendido, para compartir momentos con sus vecinas, mujeres al igual que ellas que mientras aprenden juntas comparten sus experiencias de vida diarias; muestran un inquietante protagonismo que contagian en sus hogares, pues a pesar de que atienden otras actividades importantes como sus esposos o hijos, ellas han dado el paso hacia proyectar en estos miembros, que sus actividades de desarrollo son importantes y que así como pueden darle un tiempo a ellos, pues ellas pueden darse un tiempo para ellas y que esto debe ser apoyado y respetado, llegando incluso alguna de ellas a involucrar de una u otra forma a sus esposos e hijos para que puedan acomodarse e involucrarse en sus nuevas actividades que se puede percibir lo han vuelto parte de su vida. 
Las mujeres de la clake han encontrado entre ellas cierto nivel de confianza y apoyo, y esto se debe a que muchas de ellas se ven reflejadas unas a las otras entre ellas mismas, lo cual es bueno porque les permite fortalecerse entre ellas mismas la lucha por conseguir sus sueños, sueños que dé a pocos van soltando o comentando entre ellas cada día que se reúnen, e incluso se estimulan a dar pasos  más grandes, dejan de temer lo externo y surge de a pocos la iniciativa por aventurarse en emprender negocios, algunas de ellas hoy en día se han animado a ir un poco más allá y dedican un momento a vender cositas pequeñas pero que les va permitiendo experimentar nuevas sensaciones, como poder generar sus propios ingresos. Uno de esos casos es la señora Luzmila quien se animó a vender quequitos elaborados por ella misma en la ciudad de Reque. 



En la Clake se empieza a respirar cambios que con el pasar de los días van quedando más evidenciados, me atrevería a decir que las mujeres empiezan a empoderarse y empiezan a ir un paso hacia adelante.